De niña, muchas veces me sorprendí alabando algún alimento que meses o
incluso semanas antes, había detestado. Lo
mismo me sucede cuando obras anteriormente rechazadas y aún odiadas, regresan a
mis manos y logro comprenderlas y asimilarlas desde otra perspectiva, con mayor
apertura mental.
No es posible amar y comprender un libro complejo sin exponerse varias
veces a él. Este proceso, por tedioso que sea, puede ser enriquecedor.
Con el paso del tiempo y la lectura paciente y dedicada de variedad de
literatura, sumado al bagaje de experiencias individuales y académicas, he
logrado aprendizajes más profundos. Y esos libros antes completamente ignorados se han convertido en fuentes de saber
exquisito.