La sala de espera del Instituto Nacional de Rehabilitación era un carnaval. Algunos comentaban sus achaques; otros, los logros de sus terapias; muy pocos, sus enojos y frustraciones. Había parientes de visita así que todo era alegría.
De repente, el centro de atención cambió. Mi beba de tan sólo nueve meses llamaba la atención por completo.
- ¡Qué personaje esta nena! ¡Va a ser una Mirta Legrand! Quiere conversar con todos - me decía una señora.
Lara, con sus ojos de luna y su amplia sonrisa balbuceaba para intervenir en el tema de conversación. Hoy me reconforta pensar que llevaba un poco de frescura a esas mañanas de hospital.
Allí nos sentíamos queridas y valoradas... En ese único lugar en el mundo en el cual las personas que no tienen salud física han rehabilitado su SALUD ESPIRITUAL.
Dedicado al personal del INAREPS de la ciudad de Mar del Plata, a sus pacientes y familiares.
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